La trampa del contenido
Mi abuelo construyó una gran marca personal.
Trabajó duro, se arriesgó, fue generoso con su comunidad y estuvo cuando había que estar.
Hoy, en su Goya natal, una pequeña ciudad de 70.000 habitantes en el norte argentino, hay una escuela y barrio con su nombre.
Él no tuvo Twitter, Instagram ni LinkedIn.
Sin embargo, el mundo hoy es bien distinto.
Tenemos en nuestras manos el poder de la distribución (casi) gratuita que nos ofrece internet.
Eso conlleva a que sea sencillo mostrar nuestro trabajo a otros (creando contenido) y diferenciarnos del resto.
¿El problema?
Esto pinta ser una trampa.
Pensamos que tener seguidores en redes sociales es tener una marca personal.
¿Está mal crear contenido y venderse?
Claro que no, pero la advertencia es que si estamos todos haciendo el mismo tipo de contenido, entonces nadie tiene una marca personal.
Seremos fácilmente reemplazables por el contenido de otra persona, que utiliza las mismas tácticas de optimización.
Por último, este nuevo enfoque nos incentiva a sumar likes y volvernos virales en las redes. Y esa meta está en tensión con el verdadero interés de crear valor real y generar confianza a largo plazo con nuestra audiencia o clientes.
Tal vez sea el momento de mirar para atrás e inspirarnos en nuestros abuelos.
La receta ya la escribieron ellos.
A imitarlos.
Pd. Vengo pensando mucho sobre este tema. Siéntete libre de responder este newsletter con tus pensamientos o feedback.