Lo blando es lo duro
Antes de la llegada de internet, necesitabas mucho dinero para lanzar un proyecto.
Desde abrir un restaurante, lanzar una marca de ropa o construir un software.
Sin embargo, la llegada de las punto.com lo cambió todo.
Democratizó la distribución, eliminó intermediarios que estaban de más y aceleró la digitalización de la economía.
Bajaron drásticamente las barreras de entrada.
Hoy, con un puñado de dólares, podemos tener una web, una marca en redes sociales y un producto/servicio en el mercado por menos de $500 USD.
La llegada de la inteligencia artificial (IA) también está facilitando la forma de lanzar proyectos.
Sin embargo, ni internet ni ninguna de estas herramientas nos asegura el éxito.
Al contrario, infinitos recursos podrían hasta bloquearnos.
Lo que si queda claro es la línea que separa lo fácil de lo difícil.
Mientras que adoptar estas tecnologías se está “commoditizando”, lo complicado siempre recae en nosotros.
Lo difícil es arriesgar. Y asumir la responsabilidad.
Lo duro es comprometerse. Y ser pacientes.
Difícil es tomar decisiones. Y hacerse cargo de ellas.
Para todo lo demás, como dice un amigo colega: “porque si es fácil, no es negocio”.